Anne Waldman en el Aula Magna de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM

30 Abr 2017







Por Alonzo Caudillo
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Gracias al apoyo recibido por la Embajada de los Estados Unidos en México, la Casa del Lago y la Coordinación de Letras Modernas de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, la curadora, performer, poeta y activista ecológica Anne Waldman (New Jersey, 1945), asistió a este recinto para hablar sobre su cosmovisión y forma de vivir la vida, elementos que se corresponden con su trabajo creativo.

Waldman acompañó su charla con una proyección de imágenes y fotografías reunidas por ella, todas relacionadas íntimamente con su labor como poeta. La serie incluía fotos de Burroughs, Cage, Ginsberg, con quienes compartió momentos de su vida, pasando a fotos de Buda y del universo, imágenes de su hijo, el músico Ambroise Bye, figuras que la influyeron en su poesía como Ezra Pound o William Carlos Williams, documentos de ella misma en sus performances, del espacio cultural del que se ocupa en Naropa, Colorado, en el cual invita a jóvenes en verano a talleres de performance, donde se practican las múltiples expresiones de la poesía. (Para mayor interés sobre este centro, puede consultar la página en el siguiente link: https://archive.org/details/naropa).

Antes de comenzar la retrospectiva sobre su vida y quehacer artístico, cantó un fragmento de un poema de William Blake: “Garden of love”, a la manera en la que lo había hecho Ginsberg, similar a una balada. Después de esta muestra contó anécdotas como que su madre la amenazaba en broma con matarla si se convertía en artista, cuando le dijo que no debía enamorarse porque eso la ponía en riesgo con respecto a su trabajo, y que por ello intentó ser una persona “normal” en la década de los 50. Más adelante habló de la concepción budista que tiene sobre los seres vivos: la interconexión insoslayable entre cada uno de nosotros como sociedad y ecosistema que nos constituye como seres responsables de los mismos, visión a la que llama “infraestructure”, concatenándola con su trabajo como activista ecológica, así como con su idea de que “the ethical poem is a political act”, relacionada con la frase que Ginsberg alguna vez le dijo: “The poem helps to wake the world to itself”. Esto la llevó a hablar sobre una de sus influencias latinoamericanas para el acto performático: María Sabina, pues en ella vio la fuerza con la que podía agrupar y potenciar los afectos de alegría de la audencia, logrando así formar un cuerpo más fuerte, listo para la práctica ética y política.

Se refirió asimismo a Giorgio Agamben y el poder que la “oscuridad” como reacción neurológica que nos ayuda a ver de una manera más emblemática el mundo, es decir, en vez de tomarla en su sentido cotidiano como “ausencia de la luz”, hay que apoyarnos en ella como el sentido más iluminador que nos permite tomar conciencia y fuerza para actuar y cambiar las cosas. Según Waldman, esto le permite vivir las contradicciones de sí misma y de los demás, sin permitir que el pesimismo (una de las consecuencias de dejarnos engullir por la “oscuridad”) de la situación política actual la deprima. Y es por esto que considera que “it is a good time for poetry” en tanto que es necesaria en la manera en como entiende su trabajo y todo acto poético. Y como ejemplo de todo lo anterior, presentó el poema intitulado “Makeup on empty space”. Con este performance expresivo cargado de emotividad, Waldman supo contagiar a su audiencia, mostrándose en dominio de una gestualidad corporal y de una modulación vocal con énfasis variable, acorde con el contenido de la composición anafórica y catafórica. La recepción de este evento en un espacio académico fue positiva por parte del auditorio (pues se ha de señalar que estas expresiones de las literaturas extendidas rara vez se realizan y estudian dentro de las aulas), ampliando así nuestra noción contemporánea del verbo “leer”, el cual no sólo se reduce a la lectura individual que privilegia la vista por sobre los demás sentidos, sino que incluye en este mismo proceso el resto del cuerpo, tanto el de los receptores como el de la poeta misma.

Al concluir, el presentador Carlos Calvillo, profesor del Colegio de Letras Modernas, le preguntó si es primordial o secundario el “entendimiento” del poema. Cabe mencionar que esta pregunta venía al caso por una entrevista que Waldman dio y en la cual ella se refería al acto poético como algo que debe ser “sentido” y “escuchado”. A esto la poeta respondió que hay tres formas en las que se manifiesta el poema: en la melopea, la logopea y la fanopea: melodía, ideas e imágenes respectivamente, y que estas formas no se dan de manera separada sino que coexisten en mayor o menor medida en la poesía en general, y que ella ––al menos en sus performances–– pretende, también y sobre todo, enunciar con su cuerpo, su voz, la materialidad sonora que tiene esa serialidad de palabras contenidas en el papel, independientemente de si hay o no un “mensaje” contenido en el poema.

Hacia el final de la plática, Aurora Piñeiro, profesora del mismo Colegio, le pidió que leyera algo de su libro Gossamurmur, el cual, según comentó Waldman, es una alegoría de la lucha por preservar el archivo de la Universidad de Naropa, donde se ubica la escuela que fundó con Ginsberg en 1974, la Jack Kerouac School of Disembodied Poetics, y donde se lleva a cabo el programa de verano que se menciona al inicio de esta reseña. La importancia del cuidado y trabajo del archivo para Anne Waldman fue evidente cuando afirmó: “I know what the meaning of chaos is: without a library”. Sin duda, la memoria, la oralidad y el material son elementos indispensables para seguir combatiendo la destrucción de nuestro mundo: nuestro gran poema.

Ciudad de México, abril de 2017