Genealogía y escucha: memoria sonora y poética en el aniversario de Voz Viva en la Fonoteca Nacional
Por Sara Estrada y Gabriela Montiel
El aniversario 65 de la colección Voz Viva enmarca una fascinación por la sonoridad de la literatura en América Latina. Para uno de los eventos en el marco de esta celebración en la Fonoteca Nacional, se invitaron al poeta Francisco Segovia y a Sara Estrada, miembro de PoéticaSonora MX para hablar acerca de la importancia de la voz en la interpretación de textos literarios con Francisco Javier Rivas, director de la misma Fonoteca, y Myrna Ortega, Secretaria de la Extensión y Proyectos Digitales de la Coordinación de Difusión Cultural UNAM, instancia responsable de los proyectos DescargaCultura.UNAM y el acervo de Voz Viva.
Para introducirnos al tema, Myrna Ortega explicó que esta sesión se titulaba “Genealogías”, en referencia a las vinculaciones transgeneracionales, como es el caso de la familia Villoro y los Huerta. También habló de otra veta genealógica que se podría rastrear en los casos de autores que llevan distintas ediciones consecutivas en la colección, por ejemplo Octavio Paz o Gonzalo Celorio. En esta ocasión la selección estuvo a cargo de Sonia Ramírez, coordinadora de Voz Viva, y se conformó a partir de la constelación familiar de los Segovia, conformada por Inés Arredondo, madre, Tomás Segovia, padre, y Francisco Segovia, hijo, quien con su presencia encarnó el linaje poético y literario heredado de sus padres.
Antes de comenzar a escuchar, Francisco Rivas contextualizó la historia de las grabaciones de voz desde la invención del fonógrafo. Mencionó que en la literatura del siglo XIX ya se comenzaba a desear la posibilidad de capturar la voz humana y de una conservación más allá de la inmediatez del instante. Esto llevó a pensar que las grabaciones que estábamos a punto de escuchar se trataban de una especie de milagro tecnológico, de una forma de magia que antiguos escritores ya soñaban alcanzar ese fantasma de la voz. Dentro de esa reflexión se dedujo que, si el fonógrafo tiene casi 150 años desde su invención, el proyecto de Voz Viva de la UNAM representa un esfuerzo por preservar y dar continuidad a la memoria sonora de las voces más significativas de la literatura en español. Este esfuerzo no es sólo pionero sino también es uno de los más duraderos, puesto que abarca casi la mitad de la historia discográfica del proyecto.
Desde su formación en Letras, Sara Estrada se refirió a que, al ser sonido intrínseco al lenguaje, dentro de la poesía, por ejemplo, se reconoce la importancia de los recursos sonoros como la aliteración o la onomatopeya, que pueden ser fundamentales en la interpretación de un poema. Pero también hizo hincapié en que muchas veces el análisis literario se queda en esa dimensión textual y que, si bien en sí misma es muy rica, puede ampliarse a una dimensión sonora y performativa que considere una experiencia corporal y comunitaria que conlleva el leer poesía.
Se habló asimismo sobre la capacidad de la literatura para desautomatizar el lenguaje para hacernos prestarle atención. Es así que, cuando atendemos a la voz, esa habilidad para detenernos, para hacernos pensar y sentir, se potencializa. Quizá ya conozcamos un poema de memoria o lo hayamos leído en reiteradas ocasiones, pero en voz de otro se vuelve distinto, aunque deje de reconocerse algo que resultaba familiar. Escuchar una lectura en voz alta es, por tanto, también una manera de leer colectiva.
Escuchar juntxs[1] los poemas de Francisco y Tomás Segovia y el fragmento de un cuento de Inés Arredondo, invitó tanto a quienes ocupaban el estrado como al público a reflexionar acerca de qué le ocurre a un poema cuando lo lee alguien más y qué significa cuando ese alguien es el/la autor/a mismo/a. Ello incide no sólo a nivel simbólico sino también al del significado, considerando que las inflexiones, los énfasis y las pausas alteran la interpretación de un poema. Sumado a lo anterior, la modulación de la voz es un factor importante, porque, quizá, quien lee se está dejando afectar en tiempo real, mientras habla, por el poema y eso también encauza una interpretación y una orientación totalmente distinta.
Un fragmento de uno de los textos más conocidos de Inés Arredondo, el cuento “La sunamita”, abrió la sesión. Escrito en primera persona —como bien puntualizó Sara Estrada— relata la historia de Luisa, una mujer joven que, movida por la compasión, se casa con su tío Apolonio, un hombre viejo y moribundo. En esa selección de fragmentos, las escenas sexuales enfatizan el desmembramiento del cuerpo enfermizo del tío. La metonimia de la mano es una figura acechante que ultraja a la narradora aquel verano de infierno. Precisamente esa imagen quedó resonando en la mente del público del auditorio Murray Schafer, cuando la voz de Arredondo marcó el punto final seguido de ese silencio granuloso en la grabación. Pese a la tensión generada por el cuento, Francisco Segovia, con humor, habló de la pronunciación silbada de la letra “s” como un sello de familia al que el público, a partir de ese momento, debía prestar atención.
Foto: Susana González Aktories
En contraste con el carácter apesadumbrado del pasaje, Segovia habló acerca del “lado luminoso” de su madre y apuntó que, por lo mismo, no reconocía su voz en esa lectura; a pesar de tener recuerdos de su madre leyéndoles cuentos a sus hermanas y a él, nunca la había escuchado de esa manera: con una voz impostada y con un nerviosismo quizá provocado por la consciencia de estar siendo grabada con fines de preservación académica.
A propósito de cuestiones prácticas sobre las grabaciones, Myrna Ortega, por un lado, compartió su experiencia grabando a varixs autorxs y cómo a menudo se les pide que repitan la primera página, porque ese intento inicial suele revelar una lectura apresurada, con poca naturalidad. Por otro lado, Francisco Rivas habló sobre lo imponente que puede ser grabar, ya que el micrófono resulta intimidante y que, si bien el registro nos permite conservar la voz de una persona, es imposible capturar todos los matices.
A partir de la extrañeza de Segovia ante la voz de su madre, se abordó la adaptación cinematográfica de “La sunamita”, a cargo del director Héctor Mendoza, y su posible influencia para favorecer un estilo de lectura dramático y poder encarnar la desesperación y repugnancia de la narradora. Esto abrió el debate sobre si Arredondo intentó “actuar” o “encarnar” a través de su voz a su personaje, ofreciendo con ello una focalización más íntima y personal de ese acercamiento que le causaba rechazo, o si simplemente siguió ciertos convencionalismos de la performance que exige una narración. Este tema despertó el interés del público, ya que fue retomado posteriormente en la sección de preguntas y comentarios, incluso por las hijas de Arredondo.
La segunda escucha se dedicó a los poemas “Pocos días no. 12” y “Jiga” de Tomás Segovia, que reflexionan sobre el amor como esa fuerza vital que no sólo domina el cuerpo, sino también se infiltra en los gestos cotidianos, en hábitos del día a día en los que, incluso, caben las desesperanzas. Al acabar las grabaciones, su hijo subrayó la gran habilidad que tenía su padre para leer poesía en voz alta.Cabe destacar que el tono solemne de su voz encaja con la imagen sonora de una lectura hecha por la conocida “voz de poeta”, en la que los versos respiran en pausas y el final de las palabras se alarga como si se tratara de una degustación poética. A modo de contraste, Francisco Segovia puso como ejemplo a Octavio Paz, quien no logra cautivarlo con la lectura propia de sus poemas y, por lo mismo, comentó que, a veces, “uno se tiene que deshacer de la voz del autor” para poder dar libertad a la lectura. Myrna Ortega, a su vez, confesó que una de las sesiones que más ha disfrutado grabar fue precisamente con Tomás Segovia, por su naturalidad y elocuencia, e incluso recordó que su carácter extrovertido lo llevaba a querer extenderse durante horas.
Las grabaciones de los poemas “Palabras”, “El alquimista” y “Últimos pensamientos” de Francisco Segovia cerraron la sesión. Estos textos, diferentes entre sí, versan sobre la creación de las ideas que se materializan en palabras, y que, al ser enunciadas por su autor en la grabación, se transforman en voz que se esfuma en el tiempo, hasta que alguien vuelva a presionar play y comienza, de nuevo, la transformación de las letras en imágenes. Debido a este acto alquímico, el poeta expresó, por una parte, su sorpresa ante la elección del poema “El alquimista”, ya que lo consideraba complejo, con imágenes difíciles de retener a través de la escucha. Por otra parte, también compartió que la sonoridad ha cobrado una mayor importancia en su proceso poético puesto que, desde hace algunos años, graba sus poemas para después editarlos, siguiendo su flujo y ritmo. A manera de conclusión, Myrna Ortega señaló que es importante escuchar las diferentes grabaciones en voz de distintos lectores, aun después de cierta cantidad de años, para así constatar los cambios estilísticos que se perciben en las lecturas y reconocer, incluso considerando esas transformaciones, la vigencia y el valor que siguen teniendo este tipo de documentos. Con todo ello, las grabaciones no sólo preservan el texto y las interpretaciones vocales de los autores, sino que reafirman el valor histórico y literario del archivo.
El evento finalizó con una sección de preguntas y comentarios del público, en la cual destacó la intervención de las hermanas Segovia, quienes coincidieron en que no reconocían la voz de su madre en la grabación escuchada. Además, compartieron sus recuerdos de ese carácter vivo de Inés Arredondo y cómo, en sus palabras, “era la mejor para leer cuentos”. Otras participaciones se centraron en el aspecto performativo de la lectura, sugiriendo que quizá la autora no estaba sólo leyendo, sino interpretando y sintiendo a su protagonista, al responder a una narración que exigía encarnar a un “yo” desde la voz.
Con esa reflexión, se cerró la sesión de escucha de “Genealogías en Voz Viva”, un proyecto que nos remite a la historia de nuestra literatura latinoamericana y de las familias de escritores en México, a través de recuerdos que entretejen voces que, como fantasmas, aún permanecen.
Ciudad de México, junio 2025
De izquierda a derecha: Francisco Rivas, Myrna Otera, Sara Estrada y Francisco Segovia.
Foto: Susana González Aktories
La transmisión completa se puede consultar en el Instagram oficial de @Vozviva.com: https://www.instagram.com/vozviva.unam/reel/DJ2_Tgix9LB/
[1]Decidimos usar el lenguaje inclusivo como una forma de reconocer y visibilizar identidades diversas, quienes estuvieron presentes en la sesión de escucha tanto en el corpus analizado como en el público participante.